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Nuestro valor esencial – o nuestro ser interior – pesa lo mismo, y es lo mismo, independientemente de nuestros avatares mundanos cotidianos.

Nuestro valor intrínseco o nuestro profundo significado como seres humanos, es totalmente independiente de la lectura mundana de nuestros vaivenes .

Independientemente de si el mar presenta oleaje o no… o de si está calmo o no… acontece que su profundidad – y su riqueza y sus tesoros – seguirán existiendo… y seguirán encontrándose allí, como sagrado poso de nuestro valor.

De nosotr@s depende el escoger qué escrutinio hacemos a nuestro “propio mar”.
Nosotr@s elegimos cómo priorizar la lectura a nuestro “propio mar”.

¿Mar crespo… mar rizado… mar hostil?
¿O riquezas marinas… profundidades maravillosas… y simas improfanables?

Nosotr@s decidimos.

¿Aferrados al apego de nuestra inmovilidad?
¿O soltando… y abriéndonos a una nueva percepción personal?

Abrirnos y soltar

SOLTAR…… SOLTAR…… SOLTAR

Pasar del “Cero” al “Uno”

Cuando empecé a quererme, comencé a apreciar la “bondad” de la “Soledad escogida”.

Lenta, y suavemente, entró en mí la vivencia consciente del silencio…y así fue como también me descubrí sobrecogid@ ante su encanto…escuchando, gozosamente, el “Espacio interior” que se abría en mí.

Cuando empecé a amarme de verdad, aumentó en mí la habilidad en encontrar este Silencio Interior… ni que fuere en medio de mi populosa y ajetreada ciudad… o ni que fuere en el discurrir de mi jornada – tan repleta de estímulos y sobrecargada -.

¡Aaaahh…la plenitud del SILENCIO!